Maira Alejandra es maestra de ceremonias y quiere estudiar Psicología

Pie de foto: Maira Alejandra es maestra de ceremonias y quiere estudiar Psicología

Por: Equipo de Comunicaciones de la Unidad del SPE

La sonrisa de Maira Alejandra es tan singular, que no cabe en ella. Su dentadura blanca, definida y grande llama la atención de quienes la rodean. Está sentada a un costado de un amplio y despampanante salón del Hotel Casa Dann Carlton, en el norte de Bogotá. 

Uno de mis retos cumplidos es haber llegado aquí, haber culminado el proceso de formación, porque no fue fácil —dice Maira Alejandra.

Y llegó hasta este salón como una de las maestras de ceremonias del evento en el que son presentados los resultados del ‘Programa de Intervención Especializada Mitigación de Barreras’ (376 empresas fueron sensibilizadas en la importancia de contratar a población víctima y 2.239 personas de esa población fueron formadas en distintas competencias laborales en 2019), adelantado por la Unidad del Servicio Público de Empleo y su red de prestadores autorizados en todo el territorio nacional, con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Pienso que me llamaron porque me lo gané, porque en ese momento en que estuve en la formación lo di todo. Demostré que sí quería estar aquí. Cada día me esforcé, y pues aquí está el resultado —dice, con aire triunfal.

Sí, esta mujer afro de 23 años, no más de 1,70 de estatura, que ahora viste blusa y baletas negras, pantalón rojo y un kimono beige brillante con puntos rojos, se formó en ventas y atención al cliente, capacitación promovida por la Unidad del SPE, el PNUD y el centro de formación Gente Estratégica, y se graduó en diciembre pasado.

Ese día di las palabras de agradecimiento en la certificación, eso fue en Barranquilla, y rescato cosas que vimos, que me encantaron, como la programación neurolingüística, de que nosotros como personas debemos ponernos retos, programarnos y cumplirlos —dice Maira, y por un momento se alcanza a sonrojar.

Desde que tiene memoria ha estudiado, sin importarle las adversidades a las que se ha tenido que enfrentar con su familia: se graduó de bachiller técnica comercial, se capacitó en vigilancia de seguridad privada, estudió para auxiliar contable y para ejercer como docente para la primera infancia.

—Entonces ahí he ido escalando hasta llegar al objetivo. 

Repasa los documentos en los que están contenidos los nombres de quienes van presentando los resultados que dan cuenta de los empleos formales que lograron las víctimas el año pasado, de las capacitaciones que les dieron, de cómo la ruta de empleabilidad ha permitido que las víctimas tengan cabida en el mundo laboral. Lo hace con detenimiento. Lee en voz baja una y otra vez.

—Al principio —hace una pausa— pues me puedo tornar un poco medio nerviosa, pero es cuestión de minutos que me acoplo al ambiente, al momento, y listo, me suelto a hablar, y entro en mi salsa.

Vive en la capital del Atlántico, y cuando tenía apenas tres años, sus papás tuvieron que salir con ella y sus cinco hermanitos de Bosconia, en Cesar, porque fueron declarados objetivo militar por los paramilitares que delinquían en esa zona norte del país.

Fui reconocida como víctima del conflicto armado —dice.

Pasa a la zona central del salón, los de logística le dan el micrófono, lee una parte del programa, y mientras la otra maestra de ceremonias lo complementa, Maira vuelve a dejar ver su sonrisa original, la de sus ancestros, la que ya le hizo olvidar los momentos duros que pasó junto con su familia en el 2000, hace ya dos décadas. Los nuevos invitados aceptan el llamado de Maira y pasan al centro para integrar un conversatorio sobre experiencias con víctimas en materia de empleabilidad, ella sale de escena, se sienta en la silla que le dispusieron desde temprano y nuevamente le da una repasada al programa. 

Maira Alejandra es consciente de todo lo que ha venido haciendo la Unidad del Servicio Público de Empleo por las víctimas que dejó el conflicto interno en Colombia. Destaca el trabajo articulado entre la Unidad, las agencias y bolsas de empleo autorizadas, el PNUD, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). 

Ese trabajo conjunto, esas alianzas, valen la pena porque son personas y organizaciones entregadas a formar, a capacitar. No lo hacen porque, bueno, llegaron unas personas y vamos a meterlas, no. Ellos cada día la entregan toda, buscan, y nos gestionan, nos colaboran en todo. 

Una de esas acciones ha sido el fortalecimiento, en convenio entre la Unidad del SPE y la OIM, del ‘Programa del Modelo de Inclusión Laboral con enfoque de cierre de brechas’, con el que se logró contratar a 18 víctimas del conflicto, con la misión de ayudar a robustecer la ruta de empleabilidad en gestión empresarial, asesorar a las víctimas para ocuparse laboralmente y acompañar a los prestadores en la formulación de proyectos.

Me habían hablado de este proyecto y vea, ya nos dieron la oportunidad.

Habla de su cima, la del éxito, la que sigue buscando a su temprana edad, paso a paso, con la paciencia del artesano. Deja claro que cuando empieza algo lo tiene que terminar; odia, asegura, dejar a medias un proyecto que le ha costado en muchos sentidos. 

Soy de las personas que se proponen retos, los asumen y los sacan porque los sacan adelante. Quiero ser psicóloga porque veo que tengo el talento —dice, con la seguridad propia de una persona que ha superado los avatares que le ha puesto la vida—. Yo siempre he dicho que soy de mente universal. Trato de comprender la situación de cada persona en mi entorno, de no juzgar, de no criticar. Solamente entender.

Por enésima vez Maira Alejandra lee el programa, no para de ensayar, cuando ya está finalizando el primero de los dos días del evento, y de pronto, cordial y alegre, como mujer caribe que es, suelta una frase:

Es un privilegio ser maestra de ceremonias, me lo estoy disfrutando al máximo.